Déjame imaginar el sabor del té en las mañanas y el recorrido que hacen tus pies al pasearse bajo las cobijas mientras el frío de la madrugada se cuela por tu ventana.
Puedo percibir cómo se eriza tu piel al caer las primeras gotas de agua en la bañera y tus cabellos, despeinados, que rebolotean sin sentido al tiempo en que tu cintura danza con el universo y coincide con la melodía que tarareas suavemente con esos labios pálidos que jamás parecerán cerezas.
Ahí está, el aroma a flores frescas combinando con el mapa que dibujan tus lunares y que caracterizan tu belleza, esa que tan bien sale retratada en las fotografías, aún cuando no posas para ellas.
Déjame imaginar, una vez más, tus palabras, tus movimientos, tus indecisiones. Déjame sentirte cerca, respirarte, soñarte. Pero sobretodo, déjame escribirte, a ti y a tu mirada, detallarte con mi pluma [prometo no tener errores] mientras espero a que llegue el otoño, el invierno, la primavera...