martes, 13 de octubre de 2015

¿Cómo se siente la libertad?

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Si que hay rinconcitos encantadores en el mundo y nosotros que tanto nos negamos a [re]conocerlos.
Hace un par de semanas estuve viajando por un lugar mágico: El Cabo de La Vela en La Guajira, Colombia. Cuando te hablan de Colombia el primer referente es la violencia y el narcotráfico, siempre el lado negativo sobresale: las guerras de Escobar, la guerrilla y las interminables novelas de los carteles y los sapos. Pero, del otro lado, del que no muchos conocen y los medios no se atreven a mostrar, está la gente bonita que sonríe y saluda, los paisajes que llenan el alma y también los deliciosos platos que se preparan con tanto amor y sabor.
Iba preparada para enfrentar situaciones diferentes, dejar de lado algunas comodidades, encontrarme con la naturaleza y aprender de una nueva cultura que debería ser más mía que de otros. La percepción que tenía no solo cambió sino que mejoró en un cuatrocientos por ciento, es inexplicable lo bonito que es ser libre, porque así se siente la libertad.
Llovió tras dos años sin una gota de agua que bajara del cielo y pareciera que las personas danzaban con la lluvia. Estuve en medio de la nada mientras los relámpagos alumbraban el cielo que parecía leche. Observé la huida del sol pasito a pasito mientras ese techo gigante que nos cubría se pintaba de naranja a morado. ¿Qué más le puedes pedir a la vida? Sonrisas, la más puras, sinceras y desinteresadas... Las sonrisas de niños que a pesar de tener hambre y "vivir" en situaciones precarias en un pueblo donde el agua se desaparece, no se olvidan de ser niños y disfrutan de la naturaleza como ya nadie lo hace; sus mejores amigos son esos bichitos que tanto nos asustan, el mar es su segundo hogar y el atardecer es un cuadro que ven a diario. Esta parte de mi viaje en la que descubrí tantas cosas bonitas se llama felicidad.
Podría quedarme horas hablando de la belleza pero quiero invitarlos a que descubran La Guajira y que cuando sientan la arena en sus pies mientras que sus ojos se deslumbran con todo lo maravilloso piensen en por qué no sonríen con todos los "lujos" que tienen mientras que personas que nos han hecho invisibles son felices con tan poco.

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miércoles, 26 de agosto de 2015

Yo ya no tengo que encajar.

Intentar encajar entre la gente; tus compañeros de clase, tu equipo de trabajo, los amigos de tus amigos. Encontrar gustos similares o lograr la suficiente química como para poder mantener una conversación, tanto así que podría repetirse y ser agradable. Fingir lo que no eres para simpatizar, sonreír aún cuando no es gracioso, asentir cuando pensamos lo contrario.... no me refiero a que dejes de ser quien eres pero lo he venido comprobando: para encajar tienes que desprenderte un poco de lo tuyo y sumergirte más en lo de otros.

Todavía no entiendo ¿para qué encajar? Para sentirte acompañado, rodeado de un montón de extraños que muchas veces ni siquiera saben qué es lo que te interesa, para tener con quien salir cada fin de semana y solo aparentar que tienes un grandioso grupo, para ser aceptado por otros y que te aprueben en la sociedad como alguien cool, divertido, buena onda ¿quiénes son ellos para determinar que lo eres o no?

¿Por qué tenemos que buscar la aceptación de otros? Y no es que tengamos que estar solos todo el tiempo o aislarse, no se trata de eso. De lo que hablo es de aceptar tu diferencia esa que te hace especial, que te distingue del resto [porque hay quienes somos todavía más diferentes que los demás] y no por eso somos menos o nada, les aseguro que hay personas como nosotros en algún lugar y también están esperando encontrarnos

Hoy estoy cansada de tener que ser nada más porque los demás lo decidan y no es que no sea yo misma o porque sea hipócrita con algunas personas que me rodean, es que ellas aún no entienden la importancia que tiene no encerrarse en su propia burbuja y pretender que todos se acomoden, no han comprendido que la vida se trata de ser únicos -vivir en una multiculturalidad- e ir por ahí sin aplastar al otro porque no se parece a mí. 

Yo he lidiado con mi "rareza" y no lo digo con desprecio, en realidad me encanta y sé que a quienes me conocen (de verdad, con tiempo y calma) les agrada también y se sienten cómodas dejándome ser y siendo ellos mismos.


Nota mental: ignorar [al mundo] a veces no es tan malo.

martes, 18 de agosto de 2015

Sus-pi-ro



9 de agosto de 1996
El perro da tres vueltas sobre sí mismo, se tumba, se acomoda, suspira profundamente. Las vueltas, creemos saber por qué las da. Aun cuando el suelo que pisa sea una al- fombra, un cojín, una simple tabla lisa, el perro conserva grabada en los circuitos arcaicos del cerebro la necesidad silvestre de acamar la hierba y el mato antes de tumbarse, como hacían los lobos sus antepasados y los de ahora siguen haciendo. Nunca estuve tan cerca de un lobo como para ver si también ellos suspiran cuando se echan. Tal vez sí. Sin embargo, prefiero pensar que el suspiro de los perros les viene del hábito, durante siglos y siglos, de oír suspirar al os humanos. Ahora mismo, uno tras otro,los perros que viven en esta casa —Pepe, Greta y Camões— dieron sus tres vueltas, se tumbaron a nuestros pies, y suspiraron. Ellos no saben que yo también suspiraré cuando me acues- te. Probablemente, todos los seres vivos suspiran así cuan- do se tienden, probablemente, está hecho de suspiros el silencio que precede al sueño del mundo. Me pregunto ahora: ¿dónde acabo yo y comienza mi perro?, ¿dónde acaba mi perro y comienzo yo?

Saramago. Cuadernos de Lanzarote.

viernes, 30 de enero de 2015

Escribir-te.

Déjame imaginar el sabor del té en las mañanas y el recorrido que hacen tus pies al pasearse bajo  las cobijas mientras el frío de la madrugada se cuela por tu ventana.
Puedo percibir cómo se eriza tu piel al caer las primeras gotas de agua en la bañera y tus cabellos, despeinados, que rebolotean sin sentido al tiempo en que tu cintura danza con el universo y coincide con la melodía que tarareas suavemente con esos labios pálidos que jamás parecerán cerezas.
Ahí está, el aroma a flores frescas combinando con el mapa que dibujan tus lunares y que caracterizan tu belleza, esa que tan bien sale retratada en las fotografías, aún cuando no posas para ellas.
Déjame imaginar, una vez más, tus palabras, tus movimientos, tus indecisiones. Déjame sentirte cerca, respirarte, soñarte. Pero sobretodo, déjame escribirte, a ti y a tu mirada, detallarte con mi pluma [prometo no tener errores] mientras  espero a que llegue el otoño, el invierno, la primavera...




martes, 27 de mayo de 2014

Ventanita al mundo.

Ir en el metro y quedarse viendo fijamente a la ventana, no detenerse y no parpadear.
Contar los árboles que cruzan por si solos y los pájaros que se sientan a reposar en las cuerdas del teléfono, esperando que el sol se ponga a sus espaldas y los observe mientras llega la noche.
Lo que está detrás del cristal parece tan lejano que casi ni nos toca: los niños tirando la pelota en el parque, la vecina que barre el frente de su casa, los estudiantes que recién salen de la escuela. O mejor aún, un abrazo que parece no terminar, un beso en la frente, una mirada tierna, un cuerpo que ignora a otro... 
Esta vez la música es una historia corriente, de las que no te importan pero te enteras, en la que una madre hace recomendaciones a sus hijos para que preparen la cena, al tiempo en que la esposa pregunta a su esposo si llegará tarde de la oficina y a su vez, una amiga le cuenta a su amigo su fracaso amoroso. Son como un vals a destiempos donde jamás conoces la orquesta.
Ir en el metro es tener nostalgia de ese mundo que está afuera y que parece tan frágil aunque todos sean tan fuertes. 


Llegas a tu estación y tan sólo sigues chocando con ese mundo que antes parecía impenetrable.

viernes, 28 de marzo de 2014

14 días en el Sur.

Respirar el aire del suroeste del continente no es más que saborear otra vida, teniendo que probarla de a poquitos. Es encontrarte al caminar con rostros totalmente extraños que no tienen que ver con aquellos que veía cuando hacia fila en un banco o cuando me sentaba en el parque a tomar el sol.

Respirar el aire del sur es asimilar que las siete de la noche ya no son noche y que el otoño es más frío de lo que pensaba. Es una mezcla de sensaciones en las que aprendo cómo bailan las palabras entre el acento y cómo se conjugan los verbos que pensé no existían y suenan un tanto "chabacano".

14 días en el sur van cargando lentamente la mochila del forastero.




domingo, 9 de junio de 2013

Hoy es domingo. Los domingos son sinónimo de tristeza.

"A lo mejor otras podrían explicarlo mejor pero yo siempre he sido igual, es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres.
- Una ley -dijo Gregorovius-. Perfecto enunciado, verdad profunda. Llevado al plano de la astucia literaria se resuelve en aquello que de los buenos sentimientos nace la mala literatura, y  otras cosas por el estilo. La felicidad no se explica".
Rayuela, Julio Cortazar

¡Qué difícil es huir de la tristeza! Es como un abrazo de despedida tan profundo como para dejarlo ir, sólo queda responder a él y entonces, todo pasa lento, como si el reloj disfrutara del momento y se sumara también. Así que los recuerdos se echan a rodar y se convierten en el idioma de dicha tristeza que atraviesa por la memoria con su andar frío, desolado, firme.
Durante los últimos meses la llevo puesta a diario (en los labios mientras sonrío) e intentó disimular, sin embargo me atrapa en las noches cuando el llanto deja de ser la primera opción y el pecho duele, el corazón duele aunque la ciencia diga lo contrario y se tiene una prisión en el alma. Como si la semana entera se convirtiera en domingo.