miércoles, 26 de agosto de 2015

Yo ya no tengo que encajar.

Intentar encajar entre la gente; tus compañeros de clase, tu equipo de trabajo, los amigos de tus amigos. Encontrar gustos similares o lograr la suficiente química como para poder mantener una conversación, tanto así que podría repetirse y ser agradable. Fingir lo que no eres para simpatizar, sonreír aún cuando no es gracioso, asentir cuando pensamos lo contrario.... no me refiero a que dejes de ser quien eres pero lo he venido comprobando: para encajar tienes que desprenderte un poco de lo tuyo y sumergirte más en lo de otros.

Todavía no entiendo ¿para qué encajar? Para sentirte acompañado, rodeado de un montón de extraños que muchas veces ni siquiera saben qué es lo que te interesa, para tener con quien salir cada fin de semana y solo aparentar que tienes un grandioso grupo, para ser aceptado por otros y que te aprueben en la sociedad como alguien cool, divertido, buena onda ¿quiénes son ellos para determinar que lo eres o no?

¿Por qué tenemos que buscar la aceptación de otros? Y no es que tengamos que estar solos todo el tiempo o aislarse, no se trata de eso. De lo que hablo es de aceptar tu diferencia esa que te hace especial, que te distingue del resto [porque hay quienes somos todavía más diferentes que los demás] y no por eso somos menos o nada, les aseguro que hay personas como nosotros en algún lugar y también están esperando encontrarnos

Hoy estoy cansada de tener que ser nada más porque los demás lo decidan y no es que no sea yo misma o porque sea hipócrita con algunas personas que me rodean, es que ellas aún no entienden la importancia que tiene no encerrarse en su propia burbuja y pretender que todos se acomoden, no han comprendido que la vida se trata de ser únicos -vivir en una multiculturalidad- e ir por ahí sin aplastar al otro porque no se parece a mí. 

Yo he lidiado con mi "rareza" y no lo digo con desprecio, en realidad me encanta y sé que a quienes me conocen (de verdad, con tiempo y calma) les agrada también y se sienten cómodas dejándome ser y siendo ellos mismos.


Nota mental: ignorar [al mundo] a veces no es tan malo.

martes, 18 de agosto de 2015

Sus-pi-ro



9 de agosto de 1996
El perro da tres vueltas sobre sí mismo, se tumba, se acomoda, suspira profundamente. Las vueltas, creemos saber por qué las da. Aun cuando el suelo que pisa sea una al- fombra, un cojín, una simple tabla lisa, el perro conserva grabada en los circuitos arcaicos del cerebro la necesidad silvestre de acamar la hierba y el mato antes de tumbarse, como hacían los lobos sus antepasados y los de ahora siguen haciendo. Nunca estuve tan cerca de un lobo como para ver si también ellos suspiran cuando se echan. Tal vez sí. Sin embargo, prefiero pensar que el suspiro de los perros les viene del hábito, durante siglos y siglos, de oír suspirar al os humanos. Ahora mismo, uno tras otro,los perros que viven en esta casa —Pepe, Greta y Camões— dieron sus tres vueltas, se tumbaron a nuestros pies, y suspiraron. Ellos no saben que yo también suspiraré cuando me acues- te. Probablemente, todos los seres vivos suspiran así cuan- do se tienden, probablemente, está hecho de suspiros el silencio que precede al sueño del mundo. Me pregunto ahora: ¿dónde acabo yo y comienza mi perro?, ¿dónde acaba mi perro y comienzo yo?

Saramago. Cuadernos de Lanzarote.