Dolía tu ausencia, tan única y con olor a fruta tropical, que pintó mil cuadros en mi pared y fue mi despertador por largo tiempo.
Ya no eras tú y a partir de entonces, ya no fui yo, fui tu sombra y el eco de tu voz.
Vestí tu autonomía, pinté mis labios de sinceridad, amarré los cordones de mis zapatos con elegancia, peiné mi cabello con seguridad y salí a darle la cara al mundo, ese mundo que ya no fue mundo porque ya no eras tú y ya no fui yo.
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