domingo, 15 de enero de 2012

Le llaman Monotonía

Despertarse en la mañana, ya sea con el pie izquierdo o con el derecho, buscando con silenciosa ansiedad el símbolo del amanecer. 
Abrir la llave de la ducha mientras te lavas los dientes, abrir la llave de la ducha lavándote los dientes pero al fin abrirla a tal grado que acaricie la mañana, que acaricie el sueño que cuesta recordar y que cuesta dejar de lado.
Tomar una tasa de café, de chocolate, de té, tomar una tasa vacía pero siempre tomar en la misma tasa, esa que envuelve fríos y calientes, que recuerda un desayuno en familia o una tarde de películas junto a la chimenea.
Ponerse en orden las prendas. No estará puesta la media sin antes estar puesta la camiseta, no aplicar lápiz labial sin haber escogido el color de los zapatos, no utilizar aquella pulsera sin buscar el anillo que la acompaña.

Aunque los días no sean iguales las compañías se vuelven rutina, qué difícil es acabar con ella, qué difícil es pedir que al día siguiente no se cometan los mismos errores del ayer.

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