Basta ya de tu mirada impotente que no conduce a ningún lado. ¿Has notado la frialdad de mi mente cuando hablas de amor?
Estoy agotada de escuchar canciones en la radio que te pintan nubecitas con formas irreales y que tú la tararees como si se aplicara a nuestro caso. No es que diga que no te quiero y por supuesto, no me atrevo a negar que darías la vida por mí pero... no nos engañemos, sabemos de sobra que el amor aquí no nos alcanza, que la vida se nos convirtió en una odisea hace mucho tiempo y que la dulzura de suspiros se nos terminó a los tres meses de relación.
No te equivoques, yo sí creo en el amor. Es más, me ha ido envolviendo como una araña cuando teje en el borde de la puerta, eso no quiere decir que no enfrente la realidad de que esto no es para siempre y de que pronto te cansaras de mí, de mis arrugas y de mis malos ratos.
¡Tranquilo, no te desesperes! Yo esperaré con calma a que nuestro final llegue y para entonces tomaré un trago, prepararé mi mochila y me iré como si nada porque el amor no es más que eso; un rollo fotográfico que captura los momentos, sin embargo no los mantiene en movimiento tan sólo están atónitos.
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