sábado, 24 de marzo de 2012

Pablo

Mi madre mencionaba ayer las  primeras palabras que fueron rondando mi vida al primer año. Recordaba todo como si fuera un álbum en movimiento, claro y a color,  lejos y callado.
De repente, me adentré en una película pausada y noté que he perdido el color. La infancia que llevaba dentro se me ha escapado del cuerpo, salió corriendo asustada y temerosa,  y cuando intenté buscarla con la mirada, con mis, ahora, ojos miel, iba lejos, ya en busca de otra vida.
Retorno, mientras mi madre acaricia mi cabeza y dice palabras dulces que reclaman el despertar. "Es tiempo de salir" dice suavemente y las palabras retumban en mi frente al igual que sus besos. Hoy, tengo otra energía, la siento fluir. Sé que he tenido que crecer más rápido que los demás, que de mi fuerza depende qué tantos pasos dé al salir de aquí y no es fácil porque mientras mi madre derrama sus lágrimas dentro del café yo tengo que ser el súper héroe que la hace sonreír.
Pronto no sentiré el color o quizás sea un pulpo, eso lo sé. Tan sólo quisiera tener un día en el parque, dejando que el sol golpee mi piel, respirar azul clarito del cielo y dejar que la hierba verde se confunda con mi cuerpo.

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